¿Quién no ha oído hablar alguna vez de ellas? Seguro que
alguna amiga, en alguna reunión de tupper-sex,
en la farmacia, recomendadas por algún médico por incontinencia urinaria o debilidad de la pared vaginal, o al leer
el tan mentado libro y película de “50 sombras de Grey”.
El origen de las bolas chinas se remonta al Japón feudal. Cuenta la leyenda de
un emperador que tenía siempre tanto apetito sexual que deseaba que sus mujeres
estuvieran siempre dispuestas para él, y llevaban un huevo de marfil en la vagina para estar siempre preparadas,
lubricadas y excitadas para poder complacerle. ¿Qué haría el a cambio para
satisfacerlas?
Realmente las bolas
chinas son dos bolas con un peso libre en su interior, que podemos comparar con unas pesas de gimnasio, y
su utilidad principal es fortalecer el músculo pubococcígeo, más familiarmente
el suelo pélvico. Suena muy formal,
¿verdad? Pero esa es su función más específica.
Al llevarlas, nuestros músculos, de
forma inconsciente se contraen para que no se caigan y además al moverse y
golpear suavemente los músculos, trabajan doblemente.
La siguiente pregunta que se nos plantea es ¿cómo se usan
las bolas chinas? Primero colocamos un poco de lubricante en la parte superior de la primera bola, y después la
introducimos en la vagina, debiendo quedar dentro, sin caerse. Después todo es ponerse de pie, caminar, o
incluso salir a comprar con ellas puestas. ¡Tranquilas que nadie sabrá que las
llevas!
Cuando se empiezan a usar son suficientes 15 minutos, para
irnos acostumbrando. Si en los primeros días notamos alguna molestia, que no
tiene porque, pueden ser unas simples agujetas. Descansamos un día, y volvemos
a intentarlo. Aumentamos el tiempo hasta 30 minutos, tres o cuatro días a la
semana, mucho mejor si es todos los días, y más o menos durante cuatro meses por
lo menos. Y el suelo pélvico estará
preparado para lo que vosotras queráis.
No tienen ningún cuidado
especial, quizá una desinfección inicial (poner un cazo con agua al fuego cuando empiece a hervir, introducirlas durante 5-10 minutos, no más
para que no se deshagan) y después agua y jabón neutro después de cada uso.
Dejarlas secar al aire para que no se llenen de pelusas de la toalla, o sino
una toallita íntima.
¿A que es fácil? Pues ahora es sólo que os animéis a usarlas
y además descubrir otros usos, no solamente los terapéuticos, porque desde
luego los tiene, están ligados a fantasías y juegos sexuales de hombres y
mujeres.
No hace falta volverse loca para tener unas bolas chinas, en
la tienda online podéis encontrarlas, o pedírselas a las asesoras sin ninguna vergüenza.
¿Os animáis a probarlas y nos contáis como os va con ellas?
Maria M.
maria.mansionduplacer@gmail.com
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