viernes, 27 de marzo de 2015

Lo que encierran las siglas BDSM

Más de una vez hemos encontrado estas cuatro letras juntas, y muchas veces asociadas a conductas pervertidas y de sadismo criminal. Pero nada más lejos de la realidad.



BSDM encierran variadas manifestaciones y prácticas sexuales consentidas, una sexualidad que se aleja de los convencionalismos  que puede considerarse incluso una cultura sexual alternativa. Una forma diferente de enfrentar los encuentros sexuales, de obtener placer y realizar fantasías eróticas.
Vayamos paso a paso explicando cada una de las letras.

La B de Bondage que son todo tipo de ataduras. Al privar a una persona de forma voluntaria, el resto de los sentidos se potencian, y una simple caricia pasa a despertar otro tipo de sensaciones, buscando más placer y más juego sensual.

La D de Disciplina o de Dominación, donde el juego se convierte en un control entre los participantes. Uno adquiere el rol de sumiso, que es el que recibe la dominación y esconde un acto de erotismo, entendido como la entrega de una persona a otra,  y que conlleva por el rol del dominador la aceptación de la responsabilidad de cuidado y protección a la parte sumisa.

La S de Sadismo, donde el papel del sádico es realizar las acciones no improvisadas, de proporcionar placer y disfrutar con él, de una forma que convencionalmente puede resultar agresiva.

La M de Masoquismo, la situación contraria a la de sadismo, donde el masoquista es aquel recibe las prácticas que implican dolor físico, también entendido como fuente de placer.

En esta situación de sumisión-dominación, existe un respeto mutuo, una confianza y una negociación previa; no es una improvisación, se estipulan unas palabras de seguridad, e incluso se firman contratos de propiedad y sumisión, que pueden llegar a tener validez en la vida cotidiana.

El BSDM se puede considerar una subcultura sexual alternativa, con sus propios códigos,  con una diversidad de relaciones, con unos accesorios específicos (esposas, látigos, cuerdas…) y una vestimenta en cuero que potencia el erotismo y la sensualidad.


Y ahora llega la pregunta conflictiva, ¿podemos entender la normalidad de estas prácticas? Cada cual es libre de dar su propia respuesta, pero desde luego la publicidad, el cine, la literatura han puesto su granito de arena para sacar estas prácticas de la controversia y el tabú, y defender su fundamentación teórica.

Y como sucede con todo, llevado a extremos es peligroso, cuando se pierde el control o la consciencia de lo que sucede. Pero  ¿quién no ha fantaseado alguna vez con que le venden los ojos o le aten a la cama? ¿Y si algo tan simple como unas esposas pueden despertar tus deseos ocultos?

No podemos dejar de lado que el sadismo es alcanzar el placer a través del dolor, y para ello hay que tener una clara conciencia de los límites a los que se está dispuesto a llegar, y esos límites los pone uno mismo.


No podemos terminar el post sin citar al menos al Marqués de Sade, novelista francés que en la época de la revolución francesa fue acusado de muchos diversos crímenes sexuales, aunque seguramente ni mucho menos cercanos a su literatura sexual.  Estos dos temas los dejamos para los próximos.

Maria M.
maria.mansionduplacer@gmail.com

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